LOLA II

    Vivir con Lola a mi lado ha sido como tener un amor de esos que transforman mariposas en dragones, miradas en caricias, silencios en besos*; es por eso que por ella inventé el edén, fabriqué utopías y me propuse un futuro de esos donde fuera ella el resplandor de una mañana cotidiana, un diminuto beso en noches de invierno y donde fuera la esencia de la lluvia, esa que te cae mientras la besas.

    Con Lola a lo lejos, podría levantarme sintiéndome un poco otoñal, pero era con sólo una conversación o escuchar su hermosa sonrisa, o imaginarme sus labios mencionar mi nombre, para sentirme en ese momento con los bolsillos abarrotados de verano, de amor, de una sensación indescriptible que ella sólo podía producir, ocasionar, hacerme sentir…

    Con su ausencia he sido la mitad de un todo en la nada, pero aun así sigo llamándola Lola de mi corazón, porque desde que se ancló completamente ahí, no ha dejado de palpitar a velocidades infinitas, si, así sin ocasionar nada más que pálpitos de afición, de deseo, de amor puro.

    Lola y Yo somos dos historias que se empezaban a volver solo una; no necesitáremos calendario, ni gobierno, ni reglas, ni leyes, ya que seremos protagonistas de nuestras propias revoluciones, porque ella, mi hermosa Lola, revoluciona hasta las constelaciones más lejanas que uno se alcance a imaginar.

    Lola es tan única que nunca se podría encontrar en algún libro, ni en una fragancia, ni en el más atractivo paisaje que se puedan imaginar. Ella es la paciencia de Sabines al recitar sus poemas, la delicada voz de Jewel, la sonrisa fugaz de un bebe en sus primeras semanas en el seno de su madre y el espíritu rebelde de Joplin.

    De ella siempre necesitaré su incansable manera de ser, sus manos rodeando mi cuello al besarme, su sarcasmo, su sonrisa y sentir que no existe nadie más, también necesitaré sentir sus dedos entrelazados con los míos… La necesito feliz y a mi lado… 

                               CONTINUARÁ…
* A. Renko